martes, 16 de septiembre de 2008

Regreso a las mazmorras

Cuando era una niña, mi vida no era un cuento de hadas pero me aseguraron que de mí dependía que lo fuese. Me prometieron que crecería y me convertiría en la protagonista de mi propia historia. Me contaron muchos cuentos.

Cuando era una niña me aseguraron que, de la pequeña oruga que entonces era, nacería una hermosa mariposa y me transformaría en princesa. En mi cuento, las cualidades de la princesa no eran sólo su belleza, es más, ésa era la menos importante. Una verdadera princesa debía ser inteligente, valiente, tolerante, tierna y apasionada, amante y amada. Sería una princesa moderna, como buena Leonor, una mujer fuera de su tiempo. Sería luchadora y poderosa, impermeable al desánimo, ingeniosa y culta.

En mi cuento, lo que hacía valiosa a la princesa era su corazón sensible, generoso y selectivo, su alma inmortal y grande, su fuerza. Todos estos dones la harían digna de ser amada por el príncipe que la esperaba, en algún lugar fuera de su castillo.

Creció la pequeña Leonor en tamaño y dones. Me aseguraron que el exterior es un bien perecedero y sin importancia pero, aún así, Dios me regaló un cuerpo hermoso. Me habían explicado que había nacido para ser amada algún día por un príncipe que pudiese ver dentro de mí, mucho más allá de mi envoltura física. Sería un príncipe que me respetaría y admiraría _como yo a él_, me haría feliz (sí, aún creía que se podía ser feliz, aunque fuese a ratos), me regalaría ternura y pasión, me cuidaría, me acunaría en sus brazos cuando los malos tiempos cubriesen de nubes oscuras el cielo que debería ser azul.

No me contaron que la princesa del cuento de los hombres era muy diferente. Debía ser “adecuada”. Vivir en la edad y el momento preciso toda su vida, en perfecto orden y sin emociones. Sin riesgos, sin demasiadas expectativas. No me contaron que no sería mi espíritu el que hiciese que mi príncipe me descubriese sobre todas las demás. No me contaron que mi misión en la vida era prolongar la estirpe de otros cuerpos. No sabía que no eran mi alma y mi corazón lo más importante a la hora de ser elegida. No esperaba que apareciesen tantos sapos que me hiciesen pensar que yo era la que no servía.

En el cuento de la vida real, el príncipe te deja pasar porque no puedes asegurarle el futuro, porque no quiere vivir el presente, porque tu cuerpo y tu vientre y lo que puedan ofrecer valen mucho más que toda el alma infinita que quisieras entregar. En la vida real, el príncipe tiene miedo, te quiere joven, insegura, fértil como las vacas.

En mi cuento, la princesa era amada de verdad después de muchas dificultades pues su príncipe veía más allá de sus ropajes de cenicienta. Le aseguraría que no sería uno más, que estaría cerca. En la vida real tengo el pie demasiado grande. O demasiado pequeño.

En la vida real no existe más princesa que Leticia, cuya principal misión en la vida es procrear. Yo no soy una princesa, ni siquiera una mujer por la que alguien apostaría, no digo su vida, sino sólo un trocito de ella. En la vida real no existe ningún príncipe para mí.

Porque todo era un cuento de hadas. Y las hadas, las princesas y los príncipes, al igual que los Reyes Magos, no existen. Yo me hubiera conformado con ser humana y ser amada. Pero eso es otro cuento.

Como no vendrá ningún príncipe a rescatarme y la experiencia demuestra que abrir el corazón sólo sirve para que te lo rompan, regreso a mis cuarteles de invierno. No lucharé más contra los elementos esta campaña. Me pondré mi armadura, me atrincheraré en mi castillo y no saldré más.

Como buena Leonor, conozco mi lugar y lo ocuparé con dignidad.

Aunque para ello tenga que congelar mi corazón.


14 comentarios:

A las 16 de septiembre de 2008, 13:38 , Anonymous Anónimo ha dicho...

No te importe congelar ahora el corazón, pero sólo si dejas que se funda el hielo el día en que se le acerque la persona con el calor adecuado. No tires la toalla, no es cuestión de cuentos sino de vivir una realidad que, el que todavía no se te haya dado, no quiere decir que sea imposible. Besos.

 
A las 16 de septiembre de 2008, 14:51 , Blogger Leonor ha dicho...

Si se congela harán falta vientos tropicales para fundir el hielo. No hay personas adecuadas, la experiencia me avala.

Y sí, tiro la toalla.

 
A las 16 de septiembre de 2008, 15:01 , Anonymous Anónimo ha dicho...

¿Te he dicho ya que escribes muy bien? Me entristece que te encierres en las mazmorras.

Un beso.

 
A las 16 de septiembre de 2008, 15:11 , Blogger Chipsoni@ ha dicho...

Ofún, no veas como me jode leerte en este plan.

Cuando empezaste a decir que tenías ganas de enamorarte y 'echarte novio' te dije que era el primer paso, que cuando a mi me entraron ganas tardé 2 años y 5 ranas hasta encontrarlo y que tenías que tener paciencia.

Ya ves reina y aún así puede ser que te duren no más de un añito, pero la idea es no dejarse arrastrar por el abatimiento, en serio, yo no pienso dejar de tener paciencia si es que alguna vez me vuelven a dar ganas.

Intenta animarte un poco, tesoro.

Un beso.

 
A las 16 de septiembre de 2008, 15:13 , Blogger Leonor ha dicho...

Gracias. Estaré más segura allí aunque a mí también me entristezca.

Un beso

 
A las 16 de septiembre de 2008, 15:15 , Blogger Leonor ha dicho...

Estoy muy cansada, mi soni, muy muy cansada.

Yo no tengo tu fe. Yo no creo en nadie. Pero gracias, preciosa.

 
A las 16 de septiembre de 2008, 15:59 , Blogger Y sin embargo ha dicho...

"La princesa que creía en los cuentos de hadas" es una metáfora sobre el significado de la vida, la verdad y el amor. Aunque el título y la historia sean un poco ñoñas, quizás saques algo positivo de su lectura.
Ánimo y recuerda que todo lo que es, muy pronto será pasado.

Biquiños.

 
A las 16 de septiembre de 2008, 23:32 , Blogger Félix Amador ha dicho...

Lo de la bella mariposa me consta, una vez vistas tus fotos. Lo del príncipe, sabemos que suele salir rana, más en estos tiempos en que está de moda ser gay o pegarle al cónyuge.

Lo demás son sólo preocupaciones temporales que se pasan, como las nubes, y vuelve a salir el sol.

Un besote sanador.

 
A las 17 de septiembre de 2008, 0:10 , Blogger Leonor ha dicho...

No sale en mi planeta, querido escritor. Estamos en período de noches eternas...

 
A las 21 de septiembre de 2008, 13:25 , Blogger Crika ha dicho...

A lo mejor si nuestro planetas se aproximan más aún conseguimos consolarnos mutuamente...¡QUE MALA RACHA NOS TOCA COMPAÑERA! Qué mierda de cuentos de hadas :(
Un beso y no dejes la puerta muy cerrada de tu mazmorra para que me pueda colar a rescarte a ratitos aunque sea :*

 
A las 22 de septiembre de 2008, 6:48 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Parece que estuvieras haciendo ya balance de toda tu vida, bajando el toldo, echando el telón, chapando... No te culpo, el sabor de boca "a mierda" de las malas experiencias, dejan un regusto que no deja saborear las buenas. Aunque las buenas superen a las malas en calidad, es tan malo el sabor que son capaces de eclipsarlas.
Si llega el momento (aunque hayas decidido congelar), el tenga que ser, será capaz de descongelar.

 
A las 22 de septiembre de 2008, 6:52 , Blogger Yedra ha dicho...

Seguramente es que te has adelantado a todo, has vivido la smalas experiencias para luego vivir todas las buenas juntas. No cierres las puertas a nada, por favor! Si pierdes la esperanza... lo pierdes todo. Y siempre, SIEMPRE, nos espera un dia mejor, un mañana en el que sonriamos, y seguramente en los brazos de alguién.
Solo te pido que nos lo plasmes luego aqui, y nos des esperanza a todos los que te leemos.
Un besazo
Yedra

 
A las 25 de septiembre de 2008, 15:08 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Fantástica tu forma de escribir.
Me llega todo lo que cuentas, hasta el punto de saltárseme unas lagrimas.
Lo bueno que tiene la congelación es que puede ser descongelada, y lo del encierro que alguien pueda encontrar la llave.
Un beso y cuídate mucho.

 
A las 25 de septiembre de 2008, 16:04 , Blogger Leonor ha dicho...

Querida anónima, bienvenida a esta tu casa. Me alegra qeu te gusten mis desvaríos y cómo los cuentes.

Ser anónima no es ser cobarde, cada uno hace uso de su prudencia como le place.

Gracias por cada uno de tus comentarios. Si te gusta mi estilo, pásate por Cordura sólo para Locos... (ahí está mi alter ego y tiene muchas más entradas...)

Un besazo

 

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