El arte de amar (Ars Amandi)
Aquí estoy, agazapada en mi nuevo personaje, a cubierto de miradas indeseadas pero sin cambiar ni un ápice mi proverbialmente personal estilo.
Algunos ya me conocéis, otros me habréis perdido tras la suspensión del primer blog que le dio sentido a esta nueva andadura. Espero reencontrar a muchos y conocer a otros. Para todos, ésta y no otra, soy yo, un ser que vive en su propio mundo paralelo donde existen las hadas, las diosas y los sueños a los que no me atrevo ni a nombrar, como aquélla que me presta su nombre ahora: Leonor, reina de trovadores.
Qué semana tan agridulce. Hice un descubrimiento que me llena de la misma ilusión que desesperanza, he dado otro tropezón con algún personaje que no debería haber dejado entrar jamás en mi vida (aunque sea de puntillas, como así ha sido) y hoy un amigo sin igual me ha dicho adiós para siempre.
Me produce una enorme tristeza que las personas valiosas hayan de salir de mi mundo porque el destino se pone en contra y porque mi sola presencia las hace infelices, aunque sea por el más hermoso de los sentimientos. Así es la vida, unos se alejan de mí porque no pueden tenerme cerca y otros no me tienen cerca porque me mantienen lejos, muy a mi pesar.
Mi descubrimiento podría resultar pueril para las personas que usan la palabra amor y enamoramiento con facilidad. Yo soy extremadamente cuidadosa separando términos. Por ello, ser capaz de admitir, asumir y hasta proclamar ante mí misma que he vuelto a sentir el amor es un acontecimiento de enormes dimensiones.
Estoy enamorada. Qué extrañas suenan estas palabras en mi voz. Hace mucho que ocurrió pero me he negado a verlo, y aún más a reconocerlo, por puro instinto de supervivencia. Siempre creí que el día que ocurriese tendría miedo, que sufriría mucho, pero no, me siento bien. Me siento humana, me siento viva aunque, por supuesto y como no podría ser de otra manera en mi caso, no soy correspondida. No es que no tenga importancia para mí que mi amor no pueda materializarse en todo su esplendor _nada me haría más feliz y nada me parece más improbable_ pero saber que he sido capaz de sentir abre muchas puertas a mi corazón.
He hecho el amor en toda la dimensión de la palabra después de muchos, muchos años. Por primera vez, plenamente consciente de mis sentimientos, de mi cuerpo, de todo lo que estaba entregando. Me quité la armadura unas horas, no me guardé nada, no contuve el aliento para no sufrir cuando todo acabase, aún sabiendo que el amanecer me llevaría lejos. Besé con el alma y el cuerpo, acaricié con la vista, con el corazón, me sometí gozosa, fui de él y le sentí mío. Y es una sensación irrepetible que me da nuevos bríos para soñar con que, algún día, alguien sienta algo parecido por mí al mismo tiempo que yo. Y si no es así, siquiera para disfrutar mientras siento, sola o acompañada.
El objeto de mis deseos no es nuevo, lleva dos intermitentes años en mi vida pero yo ocupo mucho menos espacio en la suya. Es más, mi tarea es seguir mi camino, como siempre, mirando atrás sólo de vez en cuando para paladear los momentos felices y esperar que la mala racha acabe algún día. Sólo dos veces en mi existencia he visto claro que lo daría todo, lo arriesgaría todo por seguir a alguien, porque ese alguien me dijera “ven”. Y por supuesto, no me lo dirá.
La diferencia entre la primera vez y ésta es que entonces era casi una niña, desconocía mi cuerpo, mis atractivos, mi valor. Tenía todo por dar pero no sabía qué. Jamás le dije a mi primer amado que le quería, temerosa del rechazo. Ahora, este post es una declaración sin miedos, sin presiones, sin esperar nada a cambio.
No temo que no me amen, me vale con poder hacerlo yo. No temo al rechazo, él me conoce, nunca le perseguiré. Pero cuando alguien es capaz de producir un sentimiento tan bello debe saberlo. Y si no aprecia ese regalo, es su miseria, no la mía.
La madurez me sirve ahora para apreciar la inmensidad de los momentos vividos, de ser capaz de sentir tanto, de estar dispuesta a dar tanto y, a pesar de no poder hacerlo, no pensar que ha sido un error.
No lo ha sido. Mi elegido no me elegirá pero me ha abierto una ventana en la mazmorra. Paradójicamente, amarle a él me permitirá encontrar el amor, aunque no sea en sus brazos. Y ser adulta me permite soñar con que algún día encuentre a aquel conquistador a quien sea capaz de conquistar.
Tengo que olvidarle, no soy su tipo de mujer, no soy quien busca, aún cuando creo que se equivoca. Puedo seguir adelante y lo haré. Pero no tengo prisa.
Mientras tanto… recuerdo, amo, siento… Espero.
Y estoy viva.
8 comentarios:
jamía, o dejas ya quieto el blog o te corro a gorrazos por toda la galaxia virtual
(toma lenguaje literario :-P)
Jajajaaaaaaaaaa! Prometidooo, por la vírgen que no lo toco más yaaa!
Me encanta este tu nuevo blog... mucha suerte!!!
nos seguiremos leyendo!!
gracias por los consejos...
Pues eme aquí corriendo entre blogs para continuar leyéndote, lo que puse en el anterior no lo repito para no aburrir, mucha suerte mi niña y un biquiño saltarín, como el inicio de tu nueva aventura…
Ay, ay, náyade. Estate quietecita con la uerreele o la liamos.
Un besote.
Prometido, prometido, no la tocaré más!!!!
Besitos señor escritor.
Bueno parece que he llegado estando esto más o menos definido, eso que me he ahorrado, jajaja.
Has empezado con fuerza, abriéndote del todo a tus lectores. Sique así, en toda tu esencia.
Este blog promete...
Besos.
BIEEEEENNN, ya hay nuevo blog!!! oleoleoleoleeee
me paso más tarde a ponerme al día con calma pero te dejo un saludo de re-bienvenida ;D
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